sábado, 2 de febrero de 2013

Apuntes para mis hijos IX


Estos golpes que sufrí y que veía sufrir casi diariamente a todos los
desvalidos que se quejaban contra las arbitrariedades de las clases
privilegiadas en consorcio con la autoridad civil, me demostraron de
bulto que la sociedad jamás sería feliz con la existencia de aquellas y de
su alianza con los poderes públicos y me afirmaron en mi propósito de
trabajar constantemente para destruir el poder funesto de las clases
privilegiadas.

Así lo hice en la parte que pude y así lo haría el partido
liberal; pero por desgracia de la humanidad el remedio que entonces se
procuraba aplicar ni curaba el mal de raíz, pues aunque repetidas veces se
lograba derrocar la administración retrógrada reemplazándola con otra
liberal, el cambio era sólo de personas y quedaban subsistentes en las
leyes y en las constituciones los fueros eclesiásticos y militar, la
intolerancia religiosa, la religión de Estado y la posesión en que estaba el
clero de cuantiosos bienes de que abusaba fomentando los motines para
cimentar su funesto poderío.

Así fue que apenas se establecía una administración liberal cuando
a los pocos meses era derrocada y perseguidos sus partidarios.

Desde el año de 1839 hasta el de 40 estuve dedicado
exclusivamente al ejercicio de mi profesión. En el año de 1841 la Corte
de Justicia me nombró juez de primera instancia del ramo civil y de
hacienda de la capital del estado.

En 31 de julio de 1843 me casé con doña Margarita Maza, hija de
don Antonio Maza y de doña Petra Parada.

En 1844, el gobernador del estado, general don Antonio León, me
nombró secretario del despacho del gobierno y a la vez fui electo vocal
suplente de la asamblea departamental. A los pocos meses se procedía a
la renovación de los magistrados del tribunal superior del estado, llamado
entonces departamento porque regía la forma central en la nación, y fui
nombrado fiscal segundo del mismo.

En el año de 1845 se hicieron elecciones de diputados a la
asamblea departamental y yo aparecí como uno de tantos candidatos que
se proponían en el público. Los electores se fijaron en mí y resulté electo
por unanimidad de sus sufragios. En principios de 1846 fue disuelta la
asamblea departamental a consecuencia de la sedición militar acaudillada
por el general Paredes, que teniendo orden del presidente don José
Joaquín de Herrera para marchar a la frontera amagada por el ejército
americano, se pronunció en la hacienda del Peñasco del estado de San
Luis Potosí y contramarchó para la capital de la república a posesionarse
del gobierno, como lo hizo, entregándose completamente a la dirección
del partido monárquico conservador. El partido liberal no se dio por
vencido. Auxiliado por el partido santannista trabajó activamente hasta
que logró destruir la administración retrógrada de Paredes, encargándose
provisionalmente de la presidencia de la república el general don
Mariano Salas.


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